Septiembre es el inicio del curso escolar, y muchos lo consideramos el comienzo del año, a pesar de la distancia con el ejercicio de la empresa (habitualmente el año natural).

Existe mucha gente con la que hablo que sienten ese gusanillo de emprender, de lanzarse a la aventura empresarial, pero que a su vez, como si de un deporte de aventura se tratara sienten vértigo sólo de pensar en asomarse al barranco. Yo no sé de números como tú, me dicen.

Lo cierto es que en mi opinión para emprender hay que guiarse en gran medida por el instinto. Muchas de las acciones y decisiones que vamos a tomar van a ser más por instinto que por números.

Pero tomar decisiones por instinto es algo muy distinto a decisiones aleatorias. De hecho el instinto, el subconsciente, hace muchos más cálculos de los que creemos.

Un buen ejemplo (no es mío, es usado por Tim Harford en La lógica oculta de la vida) es cuando recogemos una pelota que nos lanzan. Es una acción aparentemente sencilla, en la que en términos matemáticos están implícitas varias ecuaciones diferenciales, en las que es necesario tener en cuenta rozamientos, ángulos de salida, velocidad, gravedad y el tiempo, además de las coordinadas de recepción. Probablemente poca gente sepa calcularlo, pero todos serán capaces de coger una pelota lanzada. Es más, la mayoría será capaz de hacerlo incluso desconociendo algunas variables (por ejemplo, sin saber cuando se ha lanzado -imaginemos que no vimos cuando se lanzó- ), que complicarían el cálculo numérico.

Por supuesto es de gran ayuda el tener conocimientos financieros, pero, para tranquilidad de muchos, conozco muy pocas empresas que gestionen de manera medianamente eficaz sus recursos financieros, ni siquiera muchas de las que se dedican a la inversión.

La empresa es una unidad económica más, igual que lo es la familia (y todos tenemos una). Así que todo lo aplicable económicamente a una familia lo es a una empresa.

Es por este instinto por lo que nunca he creído en los planes de negocios. Lo primero que aprendes en la facultad de Administración de Empresas es que los datos son manipulables e interpretables, por lo que cualquier Plan de Empresa se puede hacer atractivo al lector, sobre todo porque éste último tiene información incompleta.

Sin embargo, el instinto no tiene el mismo grado de desarrollo en todas las personas, o al menos no tiene el mismo grado de letargo, por lo que algunos demuestran más fácilmente su clarividencia que otros (normalmente apoyada por conocimientos y experiencias), pero la capacidad está en cada uno, sin excepciones.

Esta apuesta por el instinto del emprendedor parecen tenerla ya algunos inversores, que inciden en la importancia del emprendedor (o equipo) por encima de otros valores como la idea o los recursos. Como salvedad a veces inciden demasiado en el carisma y liderazgo, y en mi opinión éste no es imprescindible (al menos yo no lo tengo).

¿Aún piensas que «no sabes de números» para poder emprender?

por Roberto

8 comentario en “El instinto del emprendedor”
  1. Excelente lo que tomas como referencia de la familia!!! Por mi parte digo que no todo se basa en numero a la hora de emprender, cabe aclarar que para emprender vamos a correr riesgos, vamos a cometer errores y posibles fracasos, pero como todo emprendedor tenemos que aprender de esos errores y posibles fracasos como por ejemplo a tomar es el de Thomas Edison que fracaso muchas veces para dar con la lámpara incandescente.

    Saludos!

    SM

  2. Ayyy Roberto….qué te voy a contar que no sepas de «emprender».
    Estoy 100% ok contigo en que no todo son número, pero tb es cierto que en un negocio en el que los costes iniciales son un portatil y un móvil, es «»»»más fácil»»»» (veanse muchas comillas) emprender que en un negocio en el que tienes que comprar herramientas muy caras, tener un stock o cualquier tipo de gasto excesivo y obligatorio. Entonces sí hay que saber algo más de números, lo cual, como sabes muy bien, no es mi caso.

    Un abrazo

  3. Efectivamente, Miguel. Algunas actividades requieren mayores gastos de establecimiento, e inversiones posteriores que otras (lo sufro en carnes propias, pues algunas de mis empresas requieren bastante maquinaria, flota de vehículos, locales…).

    Pero tampoco dista tanto de otros cálculos innatos a los que se enfrenta cualquier persona. Al fin y al cabo es posible realizarlo acudiendo a la clásica pregunta de ¿nos lo podemos permitir?. Se la hacen muchas familias a la hora de comprar un coche, una casa, irse de vacaciones, o llevar a un hijo a un instituto privado, por poner un ejemplo.

    Por supuesto que hay que hacer números, y que debe de planificarse y definir expectativas de ingresos, pero lo que trato de decir es que a un nivel básico, esos cálculos se pueden hacer por «instinto».

    Yo tengo formación empresarial, y no voy a tirar piedras sobre mi tejado, por supuesto que aportan mucho valor los conocimientos, pero lo que quiero decir es que esos conocimientos mínimos y básicos todo el mundo los tiene. Sólo hay que desarrollarlos.

    Sebastián, por supuesto que se cometen errores. Y cuando piensas que has aprendido de ellos, vuelves a tener otros nuevos. Pero eso no es inherente a la actividad empresarial únicamente, sino que también existe en el ámbito laboral (por cuenta ajena), en el familiar, personal…

    Gracias por vuestros comentarios. Aportan muchísimo.

  4. Estoy de acuerdo en la base pero no en la forma de enfocarlo.

    Si bien es cierto que las sensaciones, los cálculos ultra rápidos del subconsciente y esa vocecita que nos habla casi siempre tienen razón, también lo es que normalmente se ven coartados por la falta de liquidez.

    Es muy cómodo criticar la falta de espíritu emprendedor cuando se tienen las espaldas bien cubiertas. Es MUY fácil hacer negocios con dinero y sin temor a no llegar a fin de mes.

  5. Daniel, en ningún momento he criticado la falta de espíritu. Lo que pretendo es animar a aquellos que tienen ese espíritu y se ven coartados porque creen que todo es demasiado complejo.

    En cuanto a la liquidez, no todos los negocios requieren dinero (lamentablemente yo tampoco puedo entrar en la industria biotecnológica), y emprender es compatible en las primeras fases con cualquier empleo, por lo que nadie tiene por qué quedar en descubierto.

    En cualquier caso, agradezco el apunte. Está bien tenerlo en cuenta.

  6. Sí, Ignasi. Buen apunte. Esas son frases comunes, aunque creo que quien las dice tienen pocas ganas de emprender.

    La primera de ellas es claramente falta de deseo, porque tiempo casi siempre suele haber. ¿cuantas horas trabajáis los que tenéis negocios? en mi caso casi 12 diarias incluyendo fines de semana.

    La segunda está más impulsada por la envidia, a todas luces, y es la más incomprensible.

    La tercera sí puede ser una limitación… para un negocio poco apropiado. Antes ponía el ejemplo de la biotecnología. Siempre hay enfoques de negocio, o negocios distintos, que requieren menos inversión. Si no podemos permitirnos entrar en un negocio está claro que no es el negocio apropiado en ese momento.

    Sin embargo este post creo que puede animar a quien realmente sí quieren emprender y no lo hace porque piensa que es necesario tener muchos conocimientos específicos.

  7. Expresado «así» me dejas el sabor que el «instinto» es una fuerza que vincula, por sí sola, a «las ideas» con «los hechos» (emprendedores) de una manera lineal, simple.

    Lo que tu llamas «instinto», la ciencia (entrepreneurship) lo ha denominado «visión» ; a la que hay que comprender en función del contexto que modela la «identidad» y la «intencionalidad» del emprendedor.

    Ver a donde ir, desde cuál contexto se vive y en cuál se espera vivir podría ser un prerrequisito del «instinto» sobre como hacerlo.

    Además, el instinto expresa «la ideología» del emprendedor; entendida como el juego de valores y actitudes del individuo. En el campo de la creación y la gestión empresarial, el empresario transforma su visión individual en un propósito y compromiso colectivo que forman la ideología que aglutina a su «entidad”. su «intención» y «su actuación».

    Cierra el círculo. Es más probable que se nos caiga la pelota al intentar cogerla sin conocer el comportamiento de algunas nociones como el impacto de la velocidad del viento sobre la pelota que vuela, que si intentamos cogerla pudiendo reconocer cómo está volando, prediciendo en qué lugar y con cuál trayectoria pude llegar. Para esto no hace falta conocer las leyes físicas, ni los modelos matemáticos de la gravedad… pero sí es necesario tener «la ideología» y «la visión» para anticipar cuáles serán los mejores resultados para nuestras mejores capacidades «intuitivas».

    Cordiales saludos,

    Mario

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